Hace 30 años, el Volvo 240 Turbo, popularmente conocido como “el ladrillo volante” en las pistas, consiguió que 1985 fuera el año dorado en el mundo del deporte del motor para el fabricante sueco. Era la versión más rápida del Volvo 240, lanzado en 1974.
Su llegada al mundo se había producido cuatro años antes, en 1981. Con el Volvo 240 Station Wagon, Volvo abrió un nuevo mercado para la empresa, en el que no solo los coches eran seguros y resitentes, sino también veloces y divertidos de conducir. El motor B21ET de 2,1 litros con turbocompresor, conseguía que el modelo pasase de 0 a 100 km/h en tan solo 9 segundos, y alcanzase los 195 km/h de velocidad punta 195 km/h, lo que le convertía en el station wagon más rápido del momento.
En 1982, debido a una serie de cambios que se produjeron en la normativa internacional del Grupo A, Volvo pudo introducir en este nuevo mundo al Volvo 240 Turbo, pues contaba con cuatro asientos, su peso era proporcional a la capacidad del motor y se construían, al menos, 5.000 vehículos de dicho modelo cada año. Pero debido a un nuevo cambio, Volvo tuvo que crear una nueva gama llamada 240 Turbo Evolutión. El julio del año siguiente, un total de 500 vehículos superaron las pruebas de uniformidad. De esta forma, Volvo empezó a competir en las carrreras del Grupo A en 1984, logrando dos victorias.
Nadie creía en el potencial de los fornidos Volvo
Con el objetivo de superarse en 1985, Volvo contrató dos nuevos equipos esa temporada, que no solo tenían la misión de vencer a los adversarios directos, sino que también tenían que competir entre ellos. El primer equipo era Eggenberger Motorsport que participó en ETC con el nombre de Volvo Dealer Team Europe y el otro el Magnum Racing de Suecia.
Además IPS Motorsport compitió en el DTM. Para esta competición Per Stureson recibió un nuevo vehículo más competitivo, pues la versión deportiva del Volvo 240 Turbo contaba con una serie de cambios que permitieron que el motor de 2,1 litros generara unos 300 CV, permitiendo al vehículo alcanzar una velocidad máxima de 260 km/h. Además, para hacerlo más aerodinámico las piezas extraibles de la carrocería eran de un material más fino que el de los coches de producción. A principio, nadie creía en el potencial de los fornidos Volvo, característica que les llevó a ser conocidos como “los ladrillos volantes”, pero pronto se descubrió que su competitividad era mucho mayor de la esperada, a pesar de competir con motores mucho más grandes, como el del BMW 635.
El 13 de octubre de 1985, tras correr en el circuito de Estoril en Portugal, Volvo conseguía hacerse con el campeonato. Por un lado, había ganado seis de las 14 carreras y Lindström/Brancatelli habían barrido en toda la serie ETC. Por otro, Per Stureson se alzó con el campeonato alemán DTM después de una victoria y cinco podios. Por si esto fuera poco, ese mismo año el fabricante de automóviles también se hizo con el trofeo de los campeonatos para turismos de Finlandia, Portugal y Nueva Zelanda.
La pasión por los años dorados de Volvo en el Grupo A del mundo del motor, ha precedido al 30 aniversario de las victorias de la marca, en la mayor reunion mundial de Volvo (WROM) en Gotemburgo, durante el mes de agosto.
Fuente: Volvo
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